Durante
la filmación de «Baby Jane», Joan Crawford volvió al ataque con Bette y
empezó a mandarle nuevamente regalos. Bette le envió una nota diciéndole
que no lo hiciera, pues ella no tenía tiempo de salir y comprar algo con que
corresponderla. Crawford se enfureció y pasó de ser una rendida admiradora, a
una feroz enemiga. Se convirtió en un monstruo y descargó su furia en su
desdichada hija adoptiva, Christina. Con Bette se comportó para siempre de
una forma glacial y condescendiente que a ella le hacía poner furiosa.
Pese
a todo, las dos estrellas se comportaron bastante bien en los platós. Jamás se
pelearon y no utilizaron los típicos trucos para ponerle la zancadilla a su
rival. El resultado fue dos interpretaciones magníficas y un filme tan barroco
como estimable.
Después
de «Baby Jane», Bette insertó un
anuncio en la
revista «Variety» que
se haría famoso. Decía así: «Busca empleo actriz. Madre de tres -;"
10, 11 y 15 años-. Divorciada. Americana. Treinta años de experiencia en el
cine. Capaz aún de moverse y más afable de lo que dicen los rumores. Desea
empleo estable en Hollywood (estuvo ya en Broadway). Bette Davis. c/o Martin
Baum G. A. G. Referencias sobre la demanda.»
La
impresión general en Hollywood fue la de que Bette estaba acabada, por lo que
la broma podía haberle costado muy cara. Por suerte, el éxito de «Baby Jane»
y de su libro de memorias la rescataron sin mayores problemas. Su mayor dolor
de cabeza fue la operación de varices a la que tuvo que ser sometida B. D.
Pronto,
Bette tendría que afrontar una nueva batalla legal contra Gary Merrill: Este
insistía en poder ver a Michael y negaba las acusaciones de borracho y violento
que Bette vertía sobre su persona. Pese a la virulencia de los ataques de su ex
esposa y a que la misma B. D. declarase contra él, Merrill acabó ganando el
juicio y obteniendo el derecho de ver a Michael, aunque se especificaba que
debía, estar sobrio y que no podía sacar al niño de California sin el permiso
de la madre.
La
primera vez que Merrill fue a buscar a Michael, Bette le cerró la puerta en las
narices y se negó a dejarle ni tan solo hablar con él. Al final tuvo que ceder
por imposición de la ley.
Bette
fue nuevamente desairada por la Academia cuando ésta no le concedió el Oscar
por su trabajo en «Baby Jane». Ella estaba convencida de que iba a obtenerlo
y fue un golpe duro. Quien sí se alegró fue Joan Crawford. Joan no había
estado nominada, pero había pactado con las otras actrices que subiría a
recoger el premio si ellas no podían estar en la gala. Cuando el presentador
leyó el nombre de Ann Bancroft, Joan pasó majestuosamente por delante de
Bette y exclamó: «Ajá!» Furiosa, Bette se marchó a Europa a
promocionar
la. película. En Inglaterra fue nuevamente recibida de forma increíble por sus
miles de admiradores. B. D. (que había interpretado un pequeño papel en la
cinta) la acompañó. Sería durante este viaje cuando le daría a su madre
una sorpresa mayúscula.
B.
D. se casa
B.
D. había conocido a Jeremy Hyam, hijo de un importante productor de Hollywood,
y se había enamorado de él desde el primer momento. Cuando le anunció a
su madre su intención de casarse con él, Bette se sintió terriblemente
herida. Sólo tenía 15 años y pensaba que todavía no estaba preparada. Además,
no quería que su niña se apartara de ella. Sin embargo, encajó el golpe
como buena perdedora que era y, tiró la casa por la ventana para pagar los
gastos. Lo cierto es que Bette se equivocó, porque B. D. Y Hyam resultaron ser
una magnífica pareja que supo mantener sólidamente su unión.
|
Su
hija B.D. se casó muy joven |
Bette
contrató al detective Michael Parlow para que siguiera a Merrill y le
proporcionara nuevas pruebas contra él. El detective le informó de que su ex
marido dejaba a Michael solo por las noches para irse de juerga por los
bares de la zona. También le dijo que conducía bebido con el niño al lado y
que había hecho el amor con una mujer en la habitación contigua a la del
pequeño. Bette volvió a la carga en los tribunales, pero de nuevo los jueces
fallaron a favor del padre, que seguía negándolo todo y acusando a Bette de
persecución. La actriz casi se volvió loca de indignación cuando fue
nuevamente derrotada.
Para pagar los gastos de la boda
de B. D., aceptó 125.000 dólares por hacer de madre de Susan Hayward en «A dónde
fue el amor». Durante el rodaje sucedió algo curioso. Bette le cogió
ojeriza a Susan porque pensaba que
la trataba de forma condescendiente y altiva. Lo que en realidad ocurría es
que Susan Hayward era una persona tímida e insegura, a quien asustaba trabajar
con una actriz tan grande como Bette. Lo cierto es que ninguna de las dos pudo
tragar jamás a la otra.
Por
dinero, Bette aceptó una nueva oferta de Robert Aldrich para rodar «Canción
de cuna para un cadáver» al lado de Joseph Cotten y... Joan Crawford.
Desde
el primer momento, Joan se comportó de manera más insoportable que nunca.
Había
tanto odio entre las dos que Bette se negó en redondo a hacer escenas junto a
Joan Crawford. Le dijo a Aldrich que tendría que utilizar una doble y rodar
con una de las dos de espaldas. Lógicamente, Aldrich se negó.
Por
suerte, Joan no pudo aguantar tanta tensión, se puso enferma y tuvo que
ingresar en un hospital. Bette rápidamente propuso a Vivien Leigh como
sustituta, pero la protagonista de «Lo que el viento se llevó» rechazó la
oferta diciendo: «Podría quizá mirar el rostro de Joan Crawford a las
siete de la mañana en una plantación del Sur. ¡Pero desde luego no podría
mirar al de Bette Davis!» A Bette, esta frase no le hizo ninguna gracia.
Finalmente,
Crawford fue sustituida por Olivia de Havilland, vieja amiga de Bette a quien
hacer
de mala no le gustaba en exceso. Aceptó para poder trabajar de nuevo con dos
viejos compañeros.
Bette
y Olivia disfrutaron trabajando juntas y recordando viejos tiempos. Sin
embargo, valgan estas dos anécdotas para ver cómo son algunas veces las
estrellas.
En el filme había una escena en la que Olivia tenía que abofetear
fuertemente a Bette. La noche antes de rodarla, Bette le dijo a Aldrich: “Naturalmente,
utilizará a mi doble.” El director se indignó. «¿Qué mierda dices,
Bette? ¡La escena la harás tú!» La actriz respondió tajantemente: «Por
nada del mundo la haré. Como tampoco lo habría hecho con Crawford. ¡Olivia, a
la que adoro, hace veinticinco años que espera para darme una bofetada!»
Cuando
se estrenó el filme, Bette y Olivia fueron juntas a la gala. Al terminar, Davis
se volvió a su vieja amiga y le dijo con un terrible tono de admiración: «¡Querida,
estuviste magnífica! Hasta te las arreglaste para mantener la atención del público
cuando yo no estaba en la pantalla»
Con
Olivia de Havilland |
Pese
a que «Canción de cuna para un cadáver» no era ni mucho menos tan buena
como «Baby Jane», el trabajo no escasearía para Bette después de la misma.
La actriz iniciaría una etapa plácida de su vida. A sus más de 50 años tenía
dinero, una cómoda aventura amorosa con un rico editor y una bonita casa en
Connecticut llamada «Two Bridges» donde podía sentirse a gusto. Se dedicó a
disfrutar del tiempo libre, a arreglar la casa y a recibir las frecuentes
visitas de B. D. y su esposo, de Michael y de Margot en las fiestas señaladas.
Fue feliz en su casa, vestida con tejanos y camisas amplias y saliendo de allí
sólo para intervenir en algunos programas de televisión.
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