Bette Davis

Una actriz legendaria

 

Biografía (7)

 

Bette enviuda inesperadamente

“Vieja amistad” era un proyecto personal que Hal Wallis arrastraba desde 1940. El directivo de la Warner se había enamorado de aquella comedia amarga de John van Drutten, que narraba la relación a lo largo de los años de dos mujeres, amigas en el fondo, pero de signos muy distintos. Una de carácter dulce y la otra una auténtica «golfa».

Ultimar el guión de «Vieja amistad» y disponer de las dos actrices, necesarias se reveló como un trabajo de titanes. La historia era endeble y hubo que trabar mucho para darle cuerpo. Rosalind Russell estaba interesada en el papel de la amiga «buena», pero finalmente tuvo que rehusar a causa de otros compromisos. Ni los 150.000 dólares que le ofreció Jack Wamer fueron suficientes. El papel fue ofrecido a Irene Dunne, pero la actriz acabó rechazándolo. De esta forma, como otras tantas veces, la película llegó, a la mesita de noche de Bette Davis, quien se mostró muy interesada en el proyecto, haciendo cualquiera de los dos papeles.

Con Miriam Hopkins en "Vieja amistad" 

Pero el papel de “mala”  tenía una candidata inmejorable. Cuando a Jack Waner le propusieron a Miriam Hopkins, el productor exclamó: «¡Sí, ésa es una auténtica zorra!» Medio Hollywood estaba peleado con Miriam, pero había que reconocer que era perfecta para el papel. Warner llegó apagarle más que a la propia Bette, aunque cuando llegó a Hollywood nadie fuera a recibirla y debiera pasar largos días sola en la suite de su hotel.

El británico Edmund Goulding había mostrado muchísimo interés en el filme. Trabajó incansablemente en el guión, pero esto le agotó tanto que acabó teniendo un ataque al corazón. Lejos de esperarle (así de cruel es el mundo del cine), la Warner contrató a Vincent Sherman.

Bette afrontó «Vieja amistad» con recelo. Odiaba a Miriam y desconocía a Sherman. Sin embargo, cuando visionó unas tomas del filme efectuadas con su rival le gustaron tanto que se puso a las órdenes del director sin mayor problema.

Previsiblemente, el rodaje fue una batalla entre dos viejas enemigas. Desde el primer día, Miriam se dedicó a boicotear la actuación de Bette. Se mostraba dispersa en las escenas importantes y nunca prestaba a su partenaire el apoyo que necesitaba. El rodaje se convirtió en una constante pugna entre ambas, que llegó a su momento cumbre el día en que se tenía que rodar una escena en la que Bette zarandeaba a Miriam y la obligaba a sentarse. Sabiendo el clima que se respiraba, el día en que estaba previsto que se rodara esa escena el plató se llenó de personal de las oficinas y de los equipos de rodaje de otras películas. Sin embargo, la actuación de Miriam Hopkins aguó la fiesta a los curiosos, pues cuando Bette la cogió por los hombros, ella se dejó caer como una muñeca de trapo y por mucho que se repitió la toma no hubo forma de que hiciera lo que se pedía de ella. Días después, Miriam pisó una pastilla de jabón saliendo de la ducha y se partió una oreja al caer. Histérica, acusó a Bette de haber colocado allí la pastilla asesina.

    

Con Ruthie, su madre

 

Aunque el rodaje se retrasara varias semanas y la lucha entre ambas fuese constante, el resultado final de la película fue más que destacable. «Vieja amistad» fue un gran éxito en la taquilla. Todo Hollywood fue a verla. Sabían tantas cosas del rodaje que el filme fue motivo de conversación durante mucho tiempo.

Después de la película, Bette se fue a Butternut a descansar junto a Farney. Éste había empezado a tener frecuentes problemas de salud. En pocas semanas se había caído de un caballo y por unas escaleras, tenía mareos y en la piscina nadaba en zigzag. Además, trabajaba demasiado.

 

La trágica muerte de Farney

Bette estaba a punto de empezar «Mr. Skeffington» cuando tuvo lugar la inesperada tragedia. El 23 de agosto de 1943, Farney paseaba por Hollywood Boulevard en dirección a la oficina de Bette, Dudley Furse, cuando sufrió un repentino ataque. Los clientes de un estanco le oyeron lanzar un alarido y caer hacia atrás como un muñeco roto. En su caída, se golpeó la cabeza contra el bordillo y de su nariz y oídos empezaron a brotar unos hilillos de sangre. Sus convulsiones eran tan violentas que la gente se agolpó a su alrededor.

Famey fue rápidamente trasla­dado al Hollywood Receiving Hospital mientras Bette era avisada precipitadamente. Cuando llegó al lado de su esposo, éste casi ni la reconoció. Farney permaneció varios días debatiéndose entre la vida y la muerte. Finalmente acabó rindiéndose y murió mientras dormía.

La muerte del esposo de Bette Davis estuvo rodeada de confusión. En el momento del accidente, Farney llevaba un maletín que desapareció entre el barullo creado. Los forenses que examinaron la herida en el cráneo encontraron restos de sangre coagulada. que indicaban que la herida era anterior al momento de la caída y que se había producido al ser golpeado con algún objeto contundente. Como Farney estaba relacionado con importantes investigaciones aeronáuticas, se especuló con que su muerte hubiera sido un asesinato. Sin embargo, el asunto no quedó claro hasta unos meses después.

Lo ocurrido con Farney fue lo siguiente. El marido de Bette Davis había iniciado una relación con la esposa casada de un compañero de trabajo. Este, un hom­bre fuerte y violento, les había sorprendido en la cama en un motel y había golpeado a Farney en la cabeza con una lámpara. El marido de Bette no se había re­cuperado nunca del golpe y la herida fue agravándose hasta que acabó con él. Además, Farney se había convertido en un alcohólico. El maletín que desapareció le fue devuelto a Bette unas semanas más tarde por el niño que lo había robado. Dentro, la actriz encontró multitud de botellas de licor. Por alguna clase de justicia poética, el hombre que mató a Farney al golpearlo murió pocos días después en un accidente de aviación.

El entierro de su marido fue una experiencia terrible para Bette. La madre de Farney la obligó a asistir a un velatorio a la antigua usanza en Butternut, en el que la actriz debió permanecer toda la noche al lado del ataúd rodeado de cirios. Una tía del muerto se puso histérica e intentó sacar el cuerpo de la caja.

Todos estos sucesos afectaron muchísimo el rodaje de «Mr. Skeffington». Además, en la película Bette debía aparecer con una máscara que envejecía su rostro. La máscara se le pegaba a la cara y no la dejaba transpirar. Bette por poco se vuelve loca con ella. Empezó a meterse en la dirección de la película, ganándose las antipatías de todos. En medio de este clima enrarecido, Bette fue objeto de un extraño atentado. Alguien cambió unas gotas oculares de la actriz por acetona y cuando ésta se las aplicó, cayó hacia atrás profiriendo un alarido. Sólo la rapidez con la que actuó su maquillador habitual, Perc Westmore, la salvó de perder el ojo. Todavía hoy no se sabe quién ni por qué lo hizo, pero cuando Bette regresó al rodaje estuvo todavía más histérica e insoportable. «Mr. Skeffington» se retrasó más de dos meses de lo previsto y fue objeto de duras críticas. El comportamiento de Bette hizo enfurecer a Jack Wamer hasta tal punto que tardó mucho en perdonar a su estrella: Bette llegó a pedir que se le rescindiera el contrato con la Wamer, pero el estudio rechazó de plano esta opción. Warner podía estar enfadado, pero no era estúpido.

 

Aparece William Grant Sherry

Tras la muerte de Farney, Bette se sentía terriblemente sola. Todo en Butternut y Riverbottom le recordaba al difunto. Además, Ruthie seguía gastando el dinero de su hija en proporciones casi indecentes y Bobby había recaída en sus problemas mentales. Se volvió violenta y hubo que volver a internarla. Las facturas eran terribles, pero Bette estaba empeñada en que su hermana tuviera lo mejor.

Con William Grant Sherry, su futuro tercer marido   

Para colmo de males, en esta época la Warner contrató a Joan Crawford, en parte para pararle los pies a Bette. Crawford era una gran estrella, aunque nadie en  Hollywood simpatizaba con ella. Joan era una lesbiana reprimida que hacía tiempo sentía  una gran atracción por Bette. Desde que llegó al estudio, empezó a mandarle a Bette flores y perfumes en el más puro estilo del hombre que corteja a una mujer. Crawford le pidió muchas. veces que fueran a cenar juntas, pero a Bette tampoco le caía bien y la rechazó de plana.

A punto de cumplir los 40 años, Bette se sentía sola y de­seaba tener un hijo. Seguramente por todo esto se equivocó al enamorarse de William Grant Sherry. Éste era un pintor de 29 años, alto, moreno y guapo, de fuerte carácter, a quien Bette conoció en sus frecuentes visitas a Laguna Beach.

Sherry era todo fuego y aunque a Bette le gustaban los caracteres duros, deseaba ser ella la que llevara la voz cantante. Su nuevo amor podía ser un desconocido, pero no era nadie que se dejara dominar. Desde el primer momento, sus peleas fueron enormes. A ninguno de los amigos de Bette le caía bien e incluso ella se cansó pronto de aquel joven rebelde, más de diez años menor que ella. Su relación con Sherry fue, desde luego, un grave error.

 

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