Argumento: Cuando su esposo David (Barry Sullivan), brillante abogado de empresa y vicepresidente de una compañía siderúrgica, le dice que quiere divorciarse, Joyce Ramsey (Bette Davis), implacable trepadora social, se queda atónita al enterarse de que su matrimonio, que ya contaba veinte años, y que ella consideraba un éxito, va a venirse abajo. Al día siguiente, después de que David se haya instalado en su club, Joyce no puede evitar darle la noticia de su inminente divorcio a sus hijas, Martha (Betty Lynn) y Diana (Peggy Castle), que la compadecen.

Al revisar su vida con David, desde la época de su boda y sus ilusiones juveniles en un pueblo hasta llegar a su actual posición social, Joyce se da cuenta, poco a poco, de que su energía y su ambición es lo que finalmente ha alejado a David. Sin embargo, al enterarse de que él tiene una relación amorosa con una atractiva maestra de escuela (Frances Dee), Joyce amenaza con demandarle, acusándole de adulterio, a menos que él acceda a las condiciones económicas que ella establece. Para evitar un escándalo, David da instrucciones a su abogado (Moroni Olsen) para que entregue a Joyce todo lo que ésta quiera. Entre sus exigencias destacan unas lucrativas acciones para sus hijas.

En espera de la decisión final, Joyce emprende un crucero por el Caribe y visita a la señora Hedges (Jane Cowl), una vieja amiga que, divorciada de su marido, se ha convertido en reclusa de una isla, adicta al ron y a los jovencitos. Por la señora Hedges, Joyce se entera de los sinsabores y tragedias a los que ha de enfrentarse una divorciada de mediana edad. Un telegrama de su hija Martha, en al qu ésta anuncia su inminente matrimonio, proporciona a Joyce la excusa que necesita para romper un idilio iniciado a bordo con un atractivo hombre de negocios (John Sutton) que admite tener esposa e hijos. 

Joyce regresa en avión para asistir a la boda de Martha y aconseja a su hija que no intente imponerse demasiado a su esposo si no quiere perderlo.

Después de partir los recién casados de luna de miel, David, que también ha asistido a la boda, se ofrece para acompañar a Joyce a casa. En el camino, ella le explica lo sola que se ha sentido y la infelicidad que le causa divorciarse del hombre al que quiere. Segura de que él todavía la ama y comprendiendo que parte de su distanciamiento se debía a su incapacidad para soportar sus estratagemas, no se sorprende cuando él le pregunta si ésta dispuesta a dar a su matrimonio otra oportunidad. Para tener la certeza de que este ofrecimiento no es fruto de la compasión, Joyce le pide que lo piense dos veces y que, más tarde, le diga si continúa sintiendo lo mismo

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