Argumento:
Ronald Quayle (Walter Byron), un joven inglés falsamente acusado
de haber asesinado a su padre, según el testimonio de su madrastra Carolíne (Natalíe
Moorhead), se evade de la cárcel y huye a Estados Unidos. Mientras trabaja en
los campos petrolíferos del sudoeste, una explosión le desfigura la cara. La
cirugía plástica reconstruye su rostro, pero altera su apariencia. Regresa
entonces a Inglaterra, con la esperanza de averiguar quién mató a su padre y
salvaguardar así su reputación.
Haciéndose
pasar por Robert Crockett, un potencial comprador de la finca familiar que Carolíne
ha puesto en venta, consigue engañar a Carolíne y a Peggy (Bette Davis), su ex
prometida, ya que ninguna de las dos le reconoce. Convencido de que Caroline es
la responsable de la muerte de su padre, Ronald se gana su confianza haciéndole
la corte.
Le
regala un soberbio collar, que ella enseña a los demás huéspedes de la casa,
Utterson (William B. Davidson) y Lewis (Crauford Kent), los hombres que la
ayudaron a matar a su esposo. Para enfrentar a los asesinos entre sí, Ronald
roba el collar y lo esconde entre las cosas de Utterson. Lewis lo encuentra y
mata a Utterson, creyendo que éste trataba de traicionarle. Peggy se desmaya
cuando descubre el cadáver.
Tracy
(B. B. Warner), el inspector de Scotland Yard al que se ha encargado investigar
el asesinato de Utterson, advierte de inmediato que Robert Crockett es en
realidad Ronald Quayle. Antes de que Tracy pueda arrestarle, Ronald tiende una
trampa a Lewis, quien acaba por confesar que él y Caroline asesinaron al padre
de Ronald.